Monday, May 20, 2013

Sorpresa


Sentarme a leer es recordar. Es recordar tal vez todo lo que debo escribir. Todo lo que alguna vez dije o lo que quizás pensé. Nunca creí que fuera posible ver hacia atrás y poder recordar cada minuto de una gran vida tan sólo con leer alguna carta escondida. Mi vida se mueve y tengo que admitir que muchas veces a lugares que desconozco. No se siquiera cómo interpretarlo ya que siempre aparento segura de donde voy y resulta que la vida me da sorpresas que antes no podía ver. Las sorpresas siempre han sido inesperadas pero eso no las hace aun menos especial y emocionantes. Tú fuiste una sorpresa. Por qué siempre todo vuelve a ti? Esto no era sobre ti. Era sobre mí. Sobre lo que llevaba dentro desde que empecé el largo camino de relatar cada una de mis emociones, por más indescriptibles que estas puedan ser. Pero todo vuelve a ti. Supongo que de nada vale tratar de esconder el hecho de que estás en cada rincón, por mas minúsculo que sea, de cada pensamiento que tengo y de cada cosa que hago. Sencillamente ya no puedo imaginar empezar a relatar una historia sin tu presencia en ella. Te has vuelto esa parte tan vital que no pensé que tendría. Es extraño este sentimiento. Es algo que no compartía.

Mis relatos no siempre han tenido un fin, una razón, una musa, algún tipo de inspiración. Pero por algún motivo ahora tú te has convertido en justo eso, todo eso. Que sorpresa! Y ahí está otra vez, esa palabra “sorpresa”. Tengo la firme convicción de que ella es justo lo que te define “sorpresa”. Llegaste de la nada, algo que no quería, ni buscaba, ni mucho menos anhelaba. Pero, que sabía yo? Es como el ciego que nunca ha visto la hermosura de un atardecer o lo encantador de un arcoíris o quizás lo hermoso de una composición de colores. Llegaste y te convertiste en una constante sorpresa. Una sorpresa que no se termina (y que nunca quiero que se termine). Llegaste y no sé cómo explicarte.
Pusiste mi mundo de ladito. No para que todo empezara de nuevo, no para que me olvidara de lo viejo, no para interrumpir el movimiento constante de mi universo y mi inocencia. No. Sencillamente para recostarlo del tuyo y permitirme alcanzar un mundo sencillo y perfecto, simple y sin complicaciones y aun así, imposible de describir.

Tú. Tú que no intentas entenderme, cambiarme, cuestionarme “por qué?”. Tú has sido mi verdadera sorpresa. Esa que mencioné, inesperada. Esa que no sabía que deseaba pero qué feliz estoy que llegó.

Te prometo algo que no he prometido anteriormente. Te prometo no hacer promesas que no tengo manera infalible de cumplir. Te prometo que todo eso que quiero, que queremos, lo trabajaremos paso a paso tan sólo con el fin de lograrlo. Porque sé que podemos. Porque así lo quiero. Porque así lo creo.

Te agradezco. Te agradezco tu presencia en mi vida, el hablarme de todo, la desaparición (qué mentira) de mi miedo, tu hombro para llorar, tus ojos que me miran como tan sólo tú sabes hacerlo, esa voz que me cautiva, esas manos que llenan las mías a cada momento, ese constante sentimiento de que te extraño, esos labios que cuando me besan siento que puedo explotar de felicidad. Te agradezco… justamente eso.

Y entre quizás, los últimos pensamientos de estos versos está el hecho de que mi miedo se radica en que nunca sabré si se siente así para ti. Y eso me aterra, me inmoviliza, me detiene en el acto. Pero ahora, lo único que pienso es justamente esto: Para mí fue una sorpresa divina encontrarte. Quizás estaba escrito en las estrellas este amor tan indescriptible. Y si esto fuera lo último que la vida me permitiera decirte, estaría conforme porque es justo lo que quiero que quede y eso es que: Te Amo mi sorpresa…